La Mujer en la cultura Celta

08.03.2019 09:13

Está claro que las mujeres celtas gozaban de mayores derechos y estatus que mujeres de otras culturas en la misma época. Varios escritores latinos y griegos nombran a las Dryades o mujeres druidas, un tema que queda confirmado por las fuentes celtas.

 

A diferencia de las mujeres Griegas – consideradas un bien heredable – o las Romanas – controladas absolutamente por su padre o tutor, su esposo o su hijo, aunque con mayor libertad de movimiento que las mujeres Griegas -, la 1419443-bigthumbnailmujer Celta podía llegar a tener la máxima autoridad (p.ej. Boudicca, reina de los Icenos, líder guerrera de las tribus del sur de Britania). Según Dion Casio, Boudicca era Sacerdotisa de la Diosa Andrasta, Diosa de la Victoria. Pudiera ser que Boudicca fuera druida además de reina. Las reinas guerreras abundan en las historias de los Celtas: Medb de Connacht, que mató personalmente al héroe Cethern en combate; Scàthach, campeona guerrera, instructora del heroe Cúchúlainn. Su hermana Aoife, otra famosa guerrera. Entre los Fianna de Fionn Mac Cumhail aparece la campeona Credne. Otra gobernante, contemporánea de Boudicca, fue Cartimandua. También hay noticias de una Jefa Gala, Onomaris, que condujo a las tribus celtas en su marcha hacia Iberia. También conocemos la historia de Eponina, posible Sacerdotisa de Epona, casada con Julio Sabino, que tomo parte en la insurrección Gala del 69 d.c. Cuando fracasó, Julio Sabino se mantuvo escondido durante nueve años tras simular su suicidio. Eponina cuidó de él e incluso intentó obtener el perdón de Roma para su marido. Cuando Sabino fue capturado, él y Eponina fueron ejecutados por el Emperador Vespasiano. Plutarco cuenta la historia de que Polibio, historiador, conoció y habló con Chiomara, esposa de Ortagión, jefe de los Tolistobaios. Chiomara fue capturada por los Romanos y un centurión la violó. Cuando el centurión se dio cuenta de que era una mujer de alto rango, pidió un rescate que Ortagión accedió a pagar. El intercambio iba a tener lugar junto a un río. Mientras el centurión estaba recogiendo su oro, Chiomara lo decapitó y llevo su cabeza para su marido.

 

Plutarco narra otra historia: Camma, Sacerdotisa hereditaria de la Diosa Brigit  (equivalente Celta de Artemisa), estaba casada con un jefe llamado Sinatos, asesinado por un tal Sinorix, que obligó a Camma a casarse con él. La ceremonia de boda incluía beber de una misma copa, así que Camma envenenó la copa, bebiendo ella primero de la copa y aceptando su propia muerte para obtener la del asesino.

 

 Parece ser que las mujeres celtas eran enviadas a menudo como embajadoras. También tomaban parte en las asambleas, utilizando el arma de la diplomacia. Entre las grandes Reinas estaba, según fuentes Irlandesas, Macha Mong Ruadh (Macha del Pelo Rojo), hija de Aed Ruadh, que fue reina de Irlanda entre 377 y 331.

 

 En textos Galeses e Irlandeses aparecen varias mujeres gobernantes, que eran “símbolos de una actitud mental que el patriarcado no pudo eliminar del espíritu celta primitivo”. También las Diosas son numerosas en la mitología Irlandesa, y están asociadas a la provincia suroeste del Munster. Quizá sea debido a que Mumham es descrito como un lugar de origen, donde desembarcan algunos de los invasores míticos, así como lugar de reunión de los muertos. Mugh Ruith, Dios Solar convertido en druida, procede de Munster y su hija Tlachtga (descrita como Diosa en muchas historias) se convierte también en druida. Tlachtga fue enterrada tras su muerte en Hill of Ward (Cnoc an Bháirol, Colina del Bardo), donde tenía lugar el festival de Samhain y los fuegos sagrados druídicos.

 

 Según la Ley de Brehon, las mujeres celtas podían ejercer muchas profesiones, incluso abogado o juez, como Brigh, una famosa mujer-brehon. Tenían derecho de sucesión, podían heredar propiedades y seguiría siendo propietaria de cualquier bien que aportara al matrimonio. Si el matrimonio se disolvía, no solo se llevaba sus propiedades sino cualquier cosa que su marido le hubiera dado durante los años de casados. Tanto la mujer como el hombre podían divorciarse. Si un hombre “había caído en su dignidad” (cometido un crimen, perdido sus derechos o exiliado) esto no afectaba a la posición de la esposa. La mujer era responsable de sus deudas, no de las del marido. Los Griegos y Romanos no entendían la libertad y derechos de las mujeres celtas, y sus actitudes más abiertas a las relaciones sexuales. Incluso Estrabón llega a decir que “los celtas britanos no solo cohabitaban con las mujeres de otros, sino con sus propias madres y hermanas”. Sin duda, su sociedad abierta y permisiva no era entendida por los extranjeros.

 

Teniendo en cuenta esta posición social única de las mujeres celtas, la tradición Irlandesa no solo habla de mujeres guerreras, sino de mujeres profetisas, druidas, bardos, médicos e incluso, satíricas, pero ¿Qué sabemos de las mujeres druidas?300x447

 

 Tácito menciona que en la Isla de Mona las mujeres corrían entre los guerreros, llevando vestidos funerarios, el pelo suelto y portando antorchas, mientras alrededor los druidas pronunciaban conjuros con las manos levantadas. Tácito no dice que esas mujeres fuesen druidesas, pero más adelante menciona una “profetisa” de los Bucteros, llamada Veleda, en tiempos de Vespasiano. El nombre de Veleda parece ser usual en la lengua celta continental para referirse a una mujer vidente. Es descrita como una mujer que gobernaba un amplio territorio, su nombre era venerado y era al mismo tiempo un oráculo en Germania. Sin duda, Veleda era Celta y Druida. Parece que esta mujer fue elegida para mediar junto con Claudio Civil entre los Tencterianos y los Agripinianos, de orillas opuestas del Rhin. Veleda permanecía oculta a los ojos de todos los presentes, residía en una torre y un pariente cercano le transmitía varias preguntas; ella emitía respuesta oraculares desde el santuario, como un portavoz de los Dioses.

 

 Pomponio Mela, en “De Chorographia” menciona a nueve Sacerdotisas vírgenes de la Isla de Sena, en Armórica, que conocían el futuro y emitían oráculos a los marineros, y que eran llamadas Gallicenae. Estrabón pone énfasis en el hecho de que las Gallicenae o Sacerdotisas Galas eran muy independientes de sus maridos, confirmando la existencia del matrimonio dentro del Sacerdocio.

 

 En la tradición celta, la existencia de mujeres druidas es explícita. Aparecen referencias a las Bandruaid, mujeres druidas, y aún más frecuentemente a Banfhlaith o Banfhilid. Según Seathrún Céithn, las vírgenes guardianas de los fuegos existieron en Irlanda hasta que fueron reemplazadas por las religiosas cristianas. Muchas druidesas aparecen de manera individual en las epopeyas Irlandesas. En “la Segunda batalla de Magh Tuireadh” dos mujeres druidas prometieron “encantar a los árboles y las piedras y la tierra, para que se convirtieran en una hueste y pusiesen en fuga a sus enemigos”. Birog era una druidesa que ayudo a Cian a acceder a la torre donde Balor, Rey de los Fomorios, tenía encerrada a su hija Ethlinn por haber sido profetizado que su nieto le mataría. Birog  fue decisiva también para salvar la vida del niño, hijo de Cian y Ethlinn, cuando Balor lo arrojo al mar. El niño creció como Lugh Lámhfadha, dios de las Artes y Oficios.

 

Existen otros nombres de druidesas famosas: Bodmall, que ayudo a Fionn Mac Cumhail; Milucrah, que lo transformó en un anciano; Geal Chossach, que vivía en Donegal. En el “Tain Bó Cuailnge” Medb, la reina de Connacht, consulta a una druida llamada Fidelma sobre el sidh de Cruachan. Fidelma comenta que acaba de volver de “aprender versos y visión en Albión”. Preguntada sobre si poseia el Imbás Forosnai, Fidelma dice que sí y le piden que profetice como le irá al ejercito de Mebd contra las tropas de Cónchobar Mac Nessa del Ulster. Fidelma profetiza su derrota a causa de Cúchulainn. En el “Tain Bó Cuailnge” también Macha Mong Ruadh, que pronuncia una maldición contra los hombres del Ulster, puesto que nadie la ayuda cuando pide auxílio al sentir los dolores del parto tras ser obligada a correr contra los caballos del Rey del Ulster por una fanfarronería de su esposo, Crunnchua Mac Agnoman. Asi pues, lanza una maldición contra los hombres del Ulster, excluyendo a mujeres y niños, “cuando llegue un tiempo de opresión, cada uno de vosotros se verá afectado por la debilidad, similar a la de la mujer en el momento del parto, y esto lo deberéis soportar durante cinco días y cuatro noches, hasta la novena generación”.

 

Existe otra interesante figura femenina, ejemplo de druidesa, que aparece en el “Leabhar Buidhe Lecain”, y que recibe el nombre de Sin. En esta historia, Sin seduce al Rey supremo Muirchertach Mac Erca, que la toma como amante. Una vez instalada en palacio, Sin expulsa a la esposa del Rey, Duailtech, y a sus hijos, que van a refugiarse con el Obispo cristiano al que pide que intervenga.

 

 El Obispo, Cáirnech, ordena al rey que se deshaga de la chica, pero el rey se niega y el Obispo lo maldice en un ritual que más parece druídico que cristiano. Después de un tiempo, el rey se siente turbado por las demostraciones de la magia que realiza Sin, y el rey acude al Obispo y confiesa sus pecados, prometiendo expulsar a Sin. Vuelve al castillo para expulsarla pero ella le provoca una visión que lo hipnotiza. Sín se debate entre el deseo de venganza por la traición del rey al acudir al Obispo, y el amor que siente por él. Sin embargo, la venganza triunfa y el rey muere ahogado en un tonel de vino cuando intenta huir del incendio del castillo. Toda la familia de Sín ha sido asesinada durante la batalla. Sín había planeado vengarse del rey usando sus poderes druídicos, pero ahora se da cuenta de que realmente le amaba y acaba muriendo de pena. Otra vez aparece la simpatía hacia los druidas.

 

En los decretos canónicos de San Patricio, encontramos que advierte a los Reyes que no deben aceptar el consejo de druidas, sean hombres o mujeres, y en sus “Himnos” pide especialmente a Dios que le proteja de las mujeres druidas.

 

Se dice que Brígida era una Ban-druí antes de convertirse al cristianismo. Su nacimiento y educación, según la tradición, están llenos de simbolismo druídico, y se dice que fue amamantada con leche mágica de las vacas del Otro Mundo. Se convirtío al cristianismo y fue ordenada por Mael (tonsurado), Obispo de Ardagh. Fundó el primer establecimiento religioso en Drumcree, a la sombra de un gran roble. También fundó Kildare, que significa Iglesia del Roble (Cill-dara). El simbolismo druídico impregnaba toda su vida. El día de Santa Brígida coincidía con Imbolc o Oimelc (parto), consagrado a la Diosa Brigit, que era cuando el ganado empezaba a dar leche tras parir.

 

 La Diosa Brigit (“la Exaltada” o “La Alta”) era conocida como Brigantia en el norte de Britania, y como Brigantu en la Galia. Era hija del Dagda y se la veneraba como Diosa de la Salud, Poesía y Artes y Oficios. Era conocida por sus poderes de adivinación. La Santa asumió mucha simbología de la Diosa, sobre todo en cuanto a fertilidad.

 

En las sagas Galesas aparece un concepto cristiano de druidesa, personificado en Cerridwen. Ésta dio a luz dos hijos: Morfau, que era muy feo, y Afagddu (oscuridad absoluta) que también era increíblemente feo. Para compensarle, Cerridwen hirvió un Caldero de la Inspiración para que todos lo respetasen por su sabiduría. El Caldero. Prototipo del grial cristiano desarrollado a partir de los mitos celtas, debía hervir durante un año y un día. Morda, un hombre ciego, alimentaba el fuego, mientras Gwidion Bach, un niño, removía el caldero. Cuando acabó, tres gotas de la destilación cayeron en el dedo de Gwidion, que las chupó. Inmediatamente obtuvo la sabiduría y los secretos del Pasado, Presente y Futuro. Cerridwen encantó a Gwidion y se transformó en liebre, pez, pájaro y un grano de trigo. Ella se transformó en perro de caza, nutria, halcón y gallina, tragándose a Gwidion mistletoe-druidcomo grano de trigo. Cuando cerridwen volvió a su forma humana vio que estaba embarazada. Cuando tuvo el niño, lo metió en un saco y lo arrojó al mar, pero fue rescatado y se convirtió en el poeta-místico Taliesin, encarnación del druidismo.

 

 Parece ser que muchas divinidades celtas eran en principio femeninas y servidas por hombres. Posteriormente los hombres asumen sus funciones y surgen los grandes Sacerdocios.

 

Las mujeres dirigentes en la Iglesia Cristiana fueron consideradas iguales a sus colegas masculinos, como lo habían sido durante la religión celta precristiana. En la Iglesia Cristiana Celta primitiva, las comunidades eran a menudo casas dobles o conhospitae, en las que hombres y mujeres, y sus hijos, vivían como una gran familia trabajando en nombre del nuevo Dios, quizás tomando tradiciones de las Comunidades Druídicas. Al principio, las mujeres podían celebrar igual que los sacerdotes masculinos. Parece ser que la Iglesia de Roma exigió que las mujeres no celebraran, pues lo consideraban “una herejía abominable”.

 

A partir del siglo VI aparecen interesantes conflictos misóginos con las mujeres. Algunos Santos Irlandeses primitivos aceptaron la misoginia de Roma: Enda de Arán (530 d.c.) solo hablaba a su hermana, Santa Faenche, a través de un velo cuando ella iba a visitarle. Maighenn, Abad de Kilmainham, nunca miraba a una mujer, no fuese a ver al Diablo. Ciarán (futuro Abad de Clonmacnocise) estudió en la escuela de Finian de Clonard, y entre sus compañeros estaba la hermosa hija de un Jefe, pero él jamás se permitió mirarla ni a ella ni a ninguna otra mujer.

 

El papel de las mujeres en la sociedad celta fue drásticamente alterado en el siglo X d.c., cuando el sistema legal Galés fue codificado en el Reino de Hywel Dda. La Ley Galesa era menos generosa que la Irlandesa; solo permitía una igualdad en el estatus en que las situaciones en las que no se las pudiera distinguir de los hombres: esto quería decir hasta que alcanzasen la edad de doce años. La mujer Galesa podía seguir siendo gwraig briod (mujeres con propiedad) si se divorciaban; les pertenecía la mitad de la riqueza del matrimonio. Una mujer viuda o separada conservaba la posición del hombre con el que había vivido. Sin embargo, una posición de inferioridad empezó a surgir en la nueva sociedad patriarcal cristiana.

 

También vemos un cambio, un giro hacia lo masculino en la sociedad celta que se refleja en su mitología. Las divinidades femeninas eran muy importantes en la mitología Irlandesa, puesto que la agricultura y muchas artes estuvieron en manos de las Tailtiumujeres. Incluso las Diosas Guerreras eran preeminentes en Irlanda. Los Dioses y Héroes reciben el nombre por su madre y las mujeres aparecen a menudo en los relatos de colonización de Irlanda, y a veces representan el papel más importante.

 

Debe reconocerse que los druidas, como representantes de los conceptos religiosos y filosofía precristiana, reconocían la importancia del papel de las mujeres, así como el de la “Diosa Madre” suprema, símbolo del Conocimiento y la Libertad, sostén moral de la sociedad. No es extraño pues, que en las sagas Irlandesas la soberanía esté reflejada por una mujer. La unión entre el Rey y la Diosa era esencial. Se dice que las tribus del Norte de Britania, los Pictos, tenían sucesión matrilineal en su monarquía. La lista de reyes Escoceses e Irlandeses dicen descender de una mujer llamada Scota, de la cual existen dos tradiciones: en una Scota es hija de un faraón egipcio llamado Cingris, esposa de Niul, un sabio maestro y druida, que fue invitado a establecerse en Egipto. Otra tradición dice que Scota es la hija del faraón Nectanebo, y que se casó con Míl. Murió luchando contra los Dé Danaan y fue enterrada en Scota´s Glen. El nombre de Irlanda, Eire, es el de una Diosa Triple; sus hermanas eran Banba y Fótla. Cada Diosa pide a los Milesios que las recordasen bautizando la Isla con su nombre. Banba y Fotla fueron utilizados a menudo en poesía, como sinónimos de Irlanda, pero el  druida Amairgen prometió a la Diosa Eire que los hijos de Gael usarían su nombre como el principal del país. Así el país fue llamado Eire.

 

A partir de que el cristianismo se impone en todo el territorio de influencia celta, la mujer pierde el estatus del que disfrutaba, pasando a ser (según la nueva mentalidad cristiana) “un diablo tentador, cuyo único fin es arrastrar al hombre a las llamas del infierno”, y equiparando a las druidesas con la brujería

 
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